“Entre los sistemas productivos sustentables se encuentra la cosecha en verde del cañaveral, que elimina el uso del fuego, evitando el impacto negativo de la quema sobre el ambiente y sobre la salud humana”, destacó Atina Criado, técnica del subprograma Agronomía de la Caña de Azúcar de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).
Como consecuencia de esta práctica, se depositan sobre la superficie del suelo una importante cantidad de hojas verdes, hojas secas y despunte, lo que se conoce como residuo agrícola de cosecha (RAC). En Tucumán, la cantidad de RAC que queda sobre la superficie del suelo inmediatamente después de la cosecha en verde varía entre siete y 20 toneladas por hectárea. Entre otros, depende de la variedad, de la facilidad de defoliación de la caña, del nivel productivo del cañaveral y de la capacidad de limpieza de las cosechadoras.
Existen diferentes alternativas de manejo de los RAC: conservarlo como cobertura o mulching sobre la superficie del suelo, incorporarlo en el perfil del suelo o retirarlo del campo para su aprovechamiento como fuente de energía o para alimentación animal. La elección dependerá del régimen pluviométrico, del tipo de suelo y de la presencia de capa freática cercana a la superficie.
Estudios realizados por la Eeaoc en Tucumán demostraron que mantener los RAC como cobertura sobre el suelo proporciona numerosos beneficios para la producción de caña de azúcar. Entre ellos, funciona como barrera física que evita que el agua acumulada en el perfil del suelo se evapore rápidamente -conserva la humedad por más tiempo- y favorece la infiltración del agua de lluvia/riego.
La cobertura reduce la erosión del suelo, disminuye la población y la diversidad de malezas y el ataque de plagas, lo que se traduce en menor uso de agroquímicos.
La descomposición de los RAC es un proceso lento; y al finalizar el ciclo agrícola el porcentaje de descomposición puede variar entre un 25% y el 70%. En este proceso participan activamente las poblaciones microbianas del suelo. Por otra parte, la descomposición de los RAC está directamente afectada por las temperaturas, por el tiempo entre cosechas y por las precipitaciones.
Se estudió el contenido de carbono (C), nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) de los RAC inmediatamente después de la cosecha y al finalizar el ciclo agrícola. “Con estos datos se calculó la cantidad de nutrientes liberados al agroecosistema a partir de los RAC. Como resultado se obtuvo que, según los diferentes ciclos productivos, anualmente se aportaron al agroecosistema entre 5 y 8 t de C/ha, 11 y 105 kg de N/ha, 0,2 y 5,5 kg de P/ha y 28 y 133 kg de K/ha. Esto demuestra el reciclado de nutrientes que permite el mantenimiento de la cobertura de RAC, lo cual en el mediano y largo plazo puede influir en el manejo de la nutrición del cultivo”, detalló la profesional.
La eliminación de los RAC mediante quema está prohibida, ya que daña el ambiente y la salud de la población. Además, cuando los RAC se queman se elimina a la atmósfera entre el 70% y el 90 % del N, C y, en menor medida, otros nutrientes, lo que perjudica la sustentabilidad del sistema productivo. “Cuando se mantiene RAC como cobertura se aporta materia orgánica al agroecosistema, se favorece el reciclado de nutrientes y, en el mediano y largo plazo, se mejorarán las condiciones de fertilidad y la estructura del suelo con los consiguientes beneficios para la producción. Estos efectos positivos justifican plenamente la adopción del manejo del cañaveral con cobertura de RAC en aquellas situaciones donde es posible hacerlo”, afirmó Criado.